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‘La política, para bien de la sociedad’, por Luciano Cabrera Gil

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Luciano Cabrera Gil

Perdonad que hoy me permita señalar la política para reivindicarla, sea como herramienta de la sociedad, sea como actividad personal, sea como necesidad colectiva o sea como maquinaria imprescindible, al menos desde mi experiencia y vocación personal.

No es, ni ha de ser, de interés general que se cultive el desprecio a la política, a cuanto la rodea y a cuantas personas la ejerzan, fundamentalmente porque constituye un pilar necesario sobre que levantar el edificio de una sociedad avanzada y organizada, una sociedad equilibrada social y administrativamente, porque su inexistencia derivaría hacia otras construcciones de sociedad donde con seguridad los grupos poderosos en todos los ámbitos encontrarían un hábitat favorable en detrimento de otros sectores de la población.

Los últimos años con abundancia de casos y conductas impropias, unidos a circunstancias y las coyunturas puntuales o temporales donde se evidencian lagunas, déficits y malos ejemplos, han de servir para evaluar las imperfecciones de la propia política, del sistema político y de las leyes y normas del que se dotan, pero de forma clara han de favorecer la adopción de cambios en las leyes , en las normas, en el comportamiento del sistema y sobre todo en la acción de quienes se dedican a la política, para mejorar el ejercicio de la misma.

La sociedad en su conjunto y por costumbre habitual tiende a acertar en sus decisiones, por ello hemos de entender que la misma en su condición de electorado marca y examina la acción de quienes gobiernan, de quienes ejercen la oposición, y de nuevas propuestas electorales.

Hemos de ser la clase política y los partidos políticos a los que representamos quienes con la máxima exigencia, el mayor de los decoros y la más alta transparencia asumamos que una sociedad adulta, formada, en pleno siglo XXI exige nuevas formas, y valorará en quienes nos dedicamos a esta noble tarea que seamos consecuentes y coherentes, y busquemos la relación más directa entre lo que pensamos y lo que decimos , entre lo que decimos y lo que hacemos, lo que prometemos y lo que cumplimos. No solo así, pero con estas cautelas será posible la vuelta a la consideración hacia la política.

No es suficiente manifestar entre contrarios políticos que “en política no todo vale“, se hace irrenunciable hablar y trabajar para las personas a las que nos debemos, empleamos demasiado tiempo en cálculos electorales y sondeos de intención de voto, y acaso menos del que debemos en formular propuestas de acciones y medidas que permitan una vida más digna al conjunto de la sociedad, especialmente menos difícil a muchas familias y personas con menos posibilidades en todos los frentes. Por todos y especialmente por estas familias merece la pena estar en política. Es con la política y sus decisiones con las que se puede ordenar y debe regular el orden económico y social.

Pero la acción política, de intervenir en un determinado ámbito geográfico, sea local, provincial, autonómico, estatal u otros, se fortalece día a día con hechos, con decisiones, con normas, ordenanzas, y con leyes o decretos cuando así se decide, y no genera valor si no viene acompañada de planteamientos nobles, de intenciones sanas, de objetivos claros , habiendo de estar dispuesto a canalizar y frenar el apetito o ímpetu de intereses de todo índole que alrededor de los gobernantes en ocasiones pueden producirse

Nada mas ejemplarizante a los demás que mostrar día a día, aún con la fortaleza que puede significar, el máximo respeto a todo y a todos, a quienes se manifiestan en contra, a quienes piensan o actúan en otra dirección y desde cualquier óptica, para recuperar la política como esa herramienta necesaria para cualquier sociedad actual.

Y la experiencia me lleva a expresar que quienes nos dedicamos a la política, con un carácter temporal, más corto o más dilatado, tenemos ocasiones para la equivocación, sea en manifestaciones o en actuaciones. No somos nada distinto al resto de la sociedad y sectores, con aciertos y errores. Entono, seguro de hacerlo en nombre de la inmensa mayoría de políticos, mis disculpas por mis errores ante cualquiera, mi propósito de mejora , y mi condición de aficionado a este menester desde la humildad, la sencillez y la responsabilidad; sabedor de que estamos sometidos a juicios permanentes y no siempre justos, por ser parte del precio pagado por esta dedicación.

Para finalizar permitidme expresar mi definición particular de la política: “La política es un buen vehículo si quien ha de conducirlo tiene claro el destino al que viajar y el itinerario que ha de seguir, de tal suerte que la política no es buen vehículo si quien lo conduce tiene un oscuro destino y no le importa qué recorrido realizar para ese fin“. Tan simple y tan complejo como trabajar para mejorar la vida de los demás.

Los pueblos y cualquier sociedad han de aspirar a una vida mejor, valorarse a sí mismos, respetándose en su conjunto y no renegando ni de sus raíces, ni de sus posibilidades, ni de los representantes a los que eligen por oportunos, a través de su voto, voto que es igual, libre, universal, directo y secreto. El valor de la política es el valor de las personas.

Luciano Cabrera Gil

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‘Esas viejas fábricas abandonadas’, por Javier Cabrera de Castro

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'Esas viejas fábricas abandonadas', por Javier Cabrera de Castro

Fue entre los años 1975 y 1976. Yo tenía 13 ó 14 años y, desde mi ventana de clase en los Salesianos, me distraía cada día observando cómo esos impresionantes tubos de cemento se elevaban del suelo, como si quisieran tocar las nubes. Con esa edad, bueno, con esa edad y también con la que ahora tengo, cualquier cosa es capaz de distraerme y, en aquel caso, mi imaginación en más de una ocasión me trasladó a la misma cúspide de esos gigantes. Llegué a ver cada detalle sin estar en realidad allí.

Supe que eran silos para la nueva fábrica de piensos de COVAP y también que se había utilizado, según me dijeron en una ocasión, una técnica constructiva innovadora para la época, empleada por primera vez en esa construcción.

Hoy en día, cualquier joven que vea esa industria no puede imaginar lo mucho que significó para las comarcas donde COVAP siempre tuvo una presencia significativa. Fue una obra arriesgada y valiente, y aunque ahora la veamos abandonada, todo ese complejo lácteo y de alimentación animal fue en su tiempo de lo más avanzado.

Gracias a estas factorías, entre otras cosas, COVAP siguió creciendo. Con el tiempo las necesidades de esta gran cooperativa, en lo económico, social y sentimental para todos los que vivimos junto a ella, fueron en aumento.

Los avances tecnológicos y la necesidad de incrementar la producción llevaron, una vez más, a decidir construir otras más acorde con los nuevos tiempos. Las nuevas industrias fueron posibles gracias a estas que ahora vemos en desuso y a tanta gente que, siendo cooperativistas o trabajadores, consiguieron hacerla rentable, permitiendo que la cooperativa se hiciera más y más grande.

Ese año, estudiando mi EGB, fue un año entretenido para mí. Cada día llegaba a clase con ganas de ver cuánto había avanzado, y uno a uno, esos cilindros huecos en su interior fueron levantados, formando hoy parte de nuestra historia colectiva y de nuestro paisaje.

Los años han pasado para todos, muchos incluso ya no están con nosotros. La vida y sus etapas: nacer, crecer y… Me gustaría que nuestra huella fuera tan profunda como la de COVAP y la de tanta gente que la hizo crecer hasta llegar a ser un referente que traspasa nuestras fronteras.

El concepto “cooperativo” no en todos los sitios ha tenido el éxito que aquí sí podemos apreciar. Es una herramienta válida para defender los intereses de los que no son poderosos y que solo con su unión los hace fuertes y competitivos.

Tendemos, en ocasiones, a no valorar lo que tenemos. Aquí hay un bonito ejemplo por el que sentirnos orgullosos y afortunados. Siempre he visto que COVAP no solamente ha sido de los cooperativistas o trabajadores que la integraban; ha sido y es un sentimiento colectivo, donde todos los que estamos de una forma directa o indirecta bajo su influjo la hemos considerado “nuestra” por el simple hecho de vivir aquí.

Que su futuro sea tan próspero como ha sido su pasado para que evite, en lo posible, la despoblación que nos amenaza. Y que siga fortaleciendo nuestra economía e influya, con su crecimiento,para que muchos de nuestros jóvenes retornen a la tierra que les vio nacer para hacer del lugar donde habitamos, un lugar con un futuro más prometedor.

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Hablando de presentaciones de libros, de Cultura y de Los Pedroches

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Hablando de presentaciones de libros, de Cultura y de Los Pedroches

Quizás, para la librería 17 Pueblos, todo empezara con aquel encuentro de escritores de Los Pedroches que tuvo lugar en abril de 2015 en Pedroche. Allí, una de las críticas más escuchada era el poco interés a nivel institucional y cultural en Los Pedroches para uno de los pilares fundamentales de la Cultura, los escritores y escritoras de esta tierra. Y tenían razón quienes lo decían, salvo contados casos.

Nueve años después, 17 Pueblos seguimos aportando nuestro granito de arena para evitar este desinterés.

Félix Ángel Moreno Ruiz, escritor de Pozoblanco, ha publicado una nueva novela, “Un crimen de barrio“. Estos días, la ha presentado en tres municipios de Los Pedroches, en Alcaracejos, en Torrecampo y en El Viso, y 17 Pueblos le ha acompañado. Hay que agradecer la disponibilidad de estos ayuntamientos para acoger este tipo de actividad.

Eso sí, de alguna forma habría que dar a entender que una presentación de un libro no es un “charlatán que te quiere vender algo“. Una presentación de un libro es una actividad cultural, donde gente “de la cultura” habla sobre un tema, intercambia impresiones con el público, donde el que va siempre aprende y comparte. No es obligatorio comprar un libro.

Quizás haya que cambiar el concepto, amoldar el continente, para darle más importancia al contenido. Es difícil entender cómo las personas que forman parte de un club de lectura no acuden a estos eventos, es difícil entender que una parte de la gran cantidad de lectores que existen no se interesen por estos momentos de charla literaria. Algo falla y algo debemos hacer todos por remediarlo.

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‘Caminata a la lucha y la reivindicación’, por Francisco Carrillo

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'Caminata a la lucha y la reivindicación', por Francisco Carrillo

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)

Aunque ya lleva un corto camino recorrido, el jueves noche, en claro acuerdo con la luna llena, la plataforma “Unidos por el Agua” escenificó su primer acto tras su legal constitución. Al atardecer de El Viso, aunando el sol poniente y la luna naciente, se congregaron un par cumplido de cientos de personas de toda edad, condición y procedencia en extramuros para una caminata. La aspiración era clara y sencilla: dar visibilidad a la plataforma, hacer ejercicio sano, comer un bocadillo en comunión reivindicativa y disfrutar de nuestro cielo con una luna espectacular.

Y el destino de ella, como todas las cosas importantes de la vida, sin nombrarlo, era la razón de nuestra procesión de zapatilla y mochila. Su nombre reverbera, una y otra vez, en las conversaciones de Los Pedroches y, supongo, el Guadiato: La Colada. El pantano olvidado, rescatado de ese pozo para intentar convertirlo en lugar emblemático de disfrute de la naturaleza y al que la realidad, que todos conocíamos y nadie quería reconocer, lo empujó a la sima del oprobio público: su agua está contaminada, incompatible en parte con la vida.

Pero aún así, anoche a su vera, en una orilla oscura como nuestro futuro, aún así, esa agua está salvando al norte de la provincia. Y de alguna forma a sus representantes, pues si la suerte de la Colada hubiera sido la misma que Sierra Boyera, se podría asegurar que los centenares de anoche serían miles muy cumplidos. Quizá coléricos. Quizá envalentonados con el arrojo del que nada más tiene para perder.

Ayer salía la noticia de que Andalucía aún tiene 4500 millones de euros de fondos europeos sin ejecutar. Si esto es así, se me ocurre de primeras un par de actuaciones imprescindibles, urgentes y justas en los Pedroches y Guadiato. Tenemos una ruina encima y, aunque el dinero no la pueda reparar en su totalidad, si puede ayudar a que sea, al menos, soportable.

Hago desde aquí un ruego a todos nuestros representantes políticos para reunirse ya, armarse de buena voluntad y hacer, de una buena vez, algo por una tierra secularmente olvidada y castigada.

Por favor.

Francisco Carrillo Regalón

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