Tu opinión
‘La Bandera (1/2)’, por Juan Ferrero
“El estandarte evolucionó hacia la bandera y tanto uno como otra tuvieron en su origen una función identificativa”. Un artículo de opinión de Juan Ferrero

El primer objeto que más se pareció a la bandera actual fue el banderín que los antiguos arqueros utilizaban colocado en el extremo de una lanza para comprobar la corriente del viento y calcular así la dirección a la que debían lanzar las flechas.
Pero el verdadero antecedente de la bandera, por su función, fue el estandarte que utilizaron las antiguas civilizaciones. Consistía en dos listones en forma de “T” en los que se colgaba un lienzo rígido. El estandarte evolucionó hacia la bandera y tanto uno como otra tuvieron en su origen una función identificativa. Servían para que se reconociera al colectivo de personas que los portaban o el espacio donde se hallaban.
Mas con el tiempo, de un modo subjetivo y, a veces mal intencionado, fueron atribuyendo a la bandera conceptos y valores que nada tenían (ni tienen) que ver con su propia naturaleza (un palo y una tela).
Recuerdo que cuando tenía 17 años me incorporé al Ejército y, como recluta, tuve que jurar bandera. Allí nos decían que ella era nuestra madre y era obligatorio en esa jura darle un beso mientras se desfilaba.De esta manera me fui enterando de que, además de nuestra madre natural, teníamos otras madres: la Virgen María, la Patria y la Bandera… ¡Muchas madres me parecían a mí! Respecto a la última, yo nunca he dejado de ver una pieza de tela tintada de roja y gualda.Aquí podríamos insertar la historia que se contaba entonces entre la tropa sobre aquel a quien, en una clase de teórica, le preguntó el sargento qué era la bandera, y el recluta no supo responder. Dos bofetadas del sargento por no haber estado atento a las explicaciones en la clase y no contestar que la bandera era su madre. Al siguiente recluta, que era primo del anterior, volvió el sargento a hacerle la misma pregunta: “¿Qué es la bandera?”. El muchacho respondió apresuradamente para evitar el guantazo: “¡La bandera es mi tía, sargento!”.
Pienso que la bandera (todas las banderas) es un palo con un trozo de tela colgado, y que su función es la de identificar a quien la lleva o el espacio en el que se instala.
Considero que cargar un tejido de significados es un absurdo y un infantilismo. Algo parecido a cuando de chicos nos hacían creer en los Reyes Magos. Por eso, no debiera hacerse caso ni tenerse en cuenta a quienes, por ejemplo, queman o escupen a una bandera. Tales individuos están revelando ese infantilismo que cito y subajo nivel intelectual. Estos sujetos, por nuestra parte, debieran merecer el juicio que merecería, por ejemplo, aquella persona a la que viéramos hablar con un muñeco.
Una cosa es el objeto que sirve para señalar un espacio y otra cosa distinta es ese espacio. Así (pongo un ejemplos más), el independentista que quisiera agravar el territorio al que se siente atado, tendría que viajar fuera de su “nación” y, una vez en la frontera, escupir a ese territorio enemigo; siempre tendría más sentido que escupirle a un pedazo de tela.
Creo que las cosas son lo que son y que sirven para lo que han sido creadas; lo demás debiera resultar absurdo, tanto para el que carga de significados los objetos, como para el que acepta y admite esa carga.
En la segunda parte escribiré sobre qué bandera debiera usarse cuando se establezca la III República en España.
Juan Ferrero

Tu opinión
‘Esas viejas fábricas abandonadas’, por Javier Cabrera de Castro

Fue entre los años 1975 y 1976. Yo tenía 13 ó 14 años y, desde mi ventana de clase en los Salesianos, me distraía cada día observando cómo esos impresionantes tubos de cemento se elevaban del suelo, como si quisieran tocar las nubes. Con esa edad, bueno, con esa edad y también con la que ahora tengo, cualquier cosa es capaz de distraerme y, en aquel caso, mi imaginación en más de una ocasión me trasladó a la misma cúspide de esos gigantes. Llegué a ver cada detalle sin estar en realidad allí.
Supe que eran silos para la nueva fábrica de piensos de COVAP y también que se había utilizado, según me dijeron en una ocasión, una técnica constructiva innovadora para la época, empleada por primera vez en esa construcción.
Hoy en día, cualquier joven que vea esa industria no puede imaginar lo mucho que significó para las comarcas donde COVAP siempre tuvo una presencia significativa. Fue una obra arriesgada y valiente, y aunque ahora la veamos abandonada, todo ese complejo lácteo y de alimentación animal fue en su tiempo de lo más avanzado.
Gracias a estas factorías, entre otras cosas, COVAP siguió creciendo. Con el tiempo las necesidades de esta gran cooperativa, en lo económico, social y sentimental para todos los que vivimos junto a ella, fueron en aumento.
Los avances tecnológicos y la necesidad de incrementar la producción llevaron, una vez más, a decidir construir otras más acorde con los nuevos tiempos. Las nuevas industrias fueron posibles gracias a estas que ahora vemos en desuso y a tanta gente que, siendo cooperativistas o trabajadores, consiguieron hacerla rentable, permitiendo que la cooperativa se hiciera más y más grande.
Ese año, estudiando mi EGB, fue un año entretenido para mí. Cada día llegaba a clase con ganas de ver cuánto había avanzado, y uno a uno, esos cilindros huecos en su interior fueron levantados, formando hoy parte de nuestra historia colectiva y de nuestro paisaje.
Los años han pasado para todos, muchos incluso ya no están con nosotros. La vida y sus etapas: nacer, crecer y… Me gustaría que nuestra huella fuera tan profunda como la de COVAP y la de tanta gente que la hizo crecer hasta llegar a ser un referente que traspasa nuestras fronteras.
El concepto “cooperativo” no en todos los sitios ha tenido el éxito que aquí sí podemos apreciar. Es una herramienta válida para defender los intereses de los que no son poderosos y que solo con su unión los hace fuertes y competitivos.
Tendemos, en ocasiones, a no valorar lo que tenemos. Aquí hay un bonito ejemplo por el que sentirnos orgullosos y afortunados. Siempre he visto que COVAP no solamente ha sido de los cooperativistas o trabajadores que la integraban; ha sido y es un sentimiento colectivo, donde todos los que estamos de una forma directa o indirecta bajo su influjo la hemos considerado “nuestra” por el simple hecho de vivir aquí.
Que su futuro sea tan próspero como ha sido su pasado para que evite, en lo posible, la despoblación que nos amenaza. Y que siga fortaleciendo nuestra economía e influya, con su crecimiento,para que muchos de nuestros jóvenes retornen a la tierra que les vio nacer para hacer del lugar donde habitamos, un lugar con un futuro más prometedor.
Cultura
Hablando de presentaciones de libros, de Cultura y de Los Pedroches

Quizás, para la librería 17 Pueblos, todo empezara con aquel encuentro de escritores de Los Pedroches que tuvo lugar en abril de 2015 en Pedroche. Allí, una de las críticas más escuchada era el poco interés a nivel institucional y cultural en Los Pedroches para uno de los pilares fundamentales de la Cultura, los escritores y escritoras de esta tierra. Y tenían razón quienes lo decían, salvo contados casos.
Nueve años después, 17 Pueblos seguimos aportando nuestro granito de arena para evitar este desinterés.
Félix Ángel Moreno Ruiz, escritor de Pozoblanco, ha publicado una nueva novela, “Un crimen de barrio“. Estos días, la ha presentado en tres municipios de Los Pedroches, en Alcaracejos, en Torrecampo y en El Viso, y 17 Pueblos le ha acompañado. Hay que agradecer la disponibilidad de estos ayuntamientos para acoger este tipo de actividad.
Eso sí, de alguna forma habría que dar a entender que una presentación de un libro no es un “charlatán que te quiere vender algo“. Una presentación de un libro es una actividad cultural, donde gente “de la cultura” habla sobre un tema, intercambia impresiones con el público, donde el que va siempre aprende y comparte. No es obligatorio comprar un libro.
Quizás haya que cambiar el concepto, amoldar el continente, para darle más importancia al contenido. Es difícil entender cómo las personas que forman parte de un club de lectura no acuden a estos eventos, es difícil entender que una parte de la gran cantidad de lectores que existen no se interesen por estos momentos de charla literaria. Algo falla y algo debemos hacer todos por remediarlo.
Tu opinión
‘Caminata a la lucha y la reivindicación’, por Francisco Carrillo

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)
Aunque ya lleva un corto camino recorrido, el jueves noche, en claro acuerdo con la luna llena, la plataforma “Unidos por el Agua” escenificó su primer acto tras su legal constitución. Al atardecer de El Viso, aunando el sol poniente y la luna naciente, se congregaron un par cumplido de cientos de personas de toda edad, condición y procedencia en extramuros para una caminata. La aspiración era clara y sencilla: dar visibilidad a la plataforma, hacer ejercicio sano, comer un bocadillo en comunión reivindicativa y disfrutar de nuestro cielo con una luna espectacular.
Y el destino de ella, como todas las cosas importantes de la vida, sin nombrarlo, era la razón de nuestra procesión de zapatilla y mochila. Su nombre reverbera, una y otra vez, en las conversaciones de Los Pedroches y, supongo, el Guadiato: La Colada. El pantano olvidado, rescatado de ese pozo para intentar convertirlo en lugar emblemático de disfrute de la naturaleza y al que la realidad, que todos conocíamos y nadie quería reconocer, lo empujó a la sima del oprobio público: su agua está contaminada, incompatible en parte con la vida.
Pero aún así, anoche a su vera, en una orilla oscura como nuestro futuro, aún así, esa agua está salvando al norte de la provincia. Y de alguna forma a sus representantes, pues si la suerte de la Colada hubiera sido la misma que Sierra Boyera, se podría asegurar que los centenares de anoche serían miles muy cumplidos. Quizá coléricos. Quizá envalentonados con el arrojo del que nada más tiene para perder.
Ayer salía la noticia de que Andalucía aún tiene 4500 millones de euros de fondos europeos sin ejecutar. Si esto es así, se me ocurre de primeras un par de actuaciones imprescindibles, urgentes y justas en los Pedroches y Guadiato. Tenemos una ruina encima y, aunque el dinero no la pueda reparar en su totalidad, si puede ayudar a que sea, al menos, soportable.
Hago desde aquí un ruego a todos nuestros representantes políticos para reunirse ya, armarse de buena voluntad y hacer, de una buena vez, algo por una tierra secularmente olvidada y castigada.
Por favor.
Francisco Carrillo Regalón
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